Por María Celeste Gómez (CICE (CIECS) UNC, CONICET)
A un mes de que la Organización Mundial de la Salud declarara una pandemia por COVID-19, los impactos sobre la economía en general y la industria en particular comienzan a revelarse a nivel global en múltiples dimensiones: el empleo, la producción, el intercambio, la educación, por citar sólo algunas. La historia no acaba ahí, sino que deviene, a su vez, en notables efectos sobre las condiciones de vida de las sociedades: la pérdida de ingresos, el desempleo, las mutaciones en la naturaleza del trabajo y las relaciones laborales, el empobrecimiento de la población, la creciente exclusión social, la profundización de desigualdades y la aparición de nuevas brechas sociales, entre otros.
La política industrial puede aportar herramientas para sostener el tejido productivo y aportar a la reconstrucción económica una vez que los efectos directos de la pandemia sobre la salud de la población hayan cesado. El Dr. Hernán Morero, Investigador Adjunto del CONICET, miembro del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS-CONICET), y Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, aporta en este documento algunas reflexiones acerca del nuevo escenario que el estado de emergencia sanitaria mundial está recreando, como también lineamientos de política pública para reforzar el sector industrial en nuestro país y en América Latina.
Entre las políticas propuestas se destacan, en lo inmediato, políticas fiscales, financieras y de servicios, medidas de corte horizontal que atiendan con especial relevancia la heterogénea estructura productiva que caracteriza a la región. Esto requiere prestar principal apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) y considerar la importante franja de empresas que desarrollan sus tareas en alguna dimensión de la informalidad. Asimismo, cobra creciente relevancia, según el autor, replantear las políticas de protección social y de institucionalidad laboral, recuperando y actualizando funciones propias del Estado de Bienestar. En relación a los sistemas de innovación, cabe plantear políticas de incentivos alternativas a la eficiencia económica sobre los sectores sanitarios y sus encadenamientos. Las prácticas laborales en confinamiento asociadas al teletrabajo, resultan también modelos generalizados por la emergencia que requieren un replanteo en virtud de su avance sobre los derechos laborales y la apropiación de sus beneficios.
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